jueves, enero 14, 2010

LA CAIDA DE LUCIO CABAÑAS.

En 1967 aparece en la sierra del Estado de Guerrero, uno de los grupos guerrilleros más pesados y fuertes que se han dado entre todas las seudoguerrillas mexicanas, éste es comandado por Lucio Cabañas, quien es, de algún modo, el sucesor de Genaro Vázquez Rojas el otro gavillero que había operado años antes en esa misma zona. Esta será una de las campañas más intensas en que le tocará participar a partir de 1970, a la Brigada de Fusileros Paracaidistas recién creada en los primeros días del 69.


Lucio Cabañas Barrientos aparece como líder desde que se encuentra estudiando la carrera de maestro en la Normal de Guerrero, participando en movimientos estudiantiles en diversas partes del País, en 1962 es elegido secretario general de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México . Al terminar sus estudios, la primera plaza que recibió fue en Mezcaltepec, municipio de Atoyac, a 100 kilómetros de la Sierra. Posteriormente es cambiado a Atoyac, en donde se hace líder magisterial, representando a los maestros de la zona. En 1965, se le cambia al Estado de Durango y ahí continúa con un agresivo manejo político, hasta que por su participación en el movimiento del Cerro del Mercado contra el gobernador Alejandro Páez Urquidi, es devuelto a su lugar de origen.

En 1960 conoce a Genaro Vázquez Rojas cuando éste organizaba la Asociación Cívica Guerrerense. Lucio Cabañas, por su parte, crea el Partido de los Pobres como forma de organización política, estudiantil y campesina y aun cuando no comulga totalmente con las ideas de la Liga 23 de Septiembre, mantiene una relación bastante estrecha con los líderes de ésta.

En 1967, los maestros encabezados por Lucio se enfrentan a tiros con policías de Atoyac de Álvarez. Después de esto, Cabañas escapa hacia la sierra con el grupo que le acompaña, declarándose abiertamente insurrecto, entrando de lleno a la lucha armada. Entre sus primeras actividades da prioridad a los secuestros, en los cuales cobra fuertes sumas de rescate. Entre sus victimas incluye al gobernador de Guerrero Rubén Figueroa, reteniéndolo por más de 100 días. Su otro entretenimiento es atacar principalmente a las fuerzas policíacas.

El engreimiento clásico que se da en este tipo de líderes, le hace pensar que está listo para llevar a cabo verdaderos enfrentamientos militares e inicia el 25 de junio de 1972 con una emboscada a un convoy militar, registrándose diez muertos y 18 heridos del Ejercito. El 23 de agosto de ese mismo año Lucio Cabañas con su guerrilla asestaba un segundo golpe al ejército en Arroyo Oscuro.

En 1970, la recién creada Brigada de Fusileros Paracaidistas recibió la orden de ayudar a controlar los operativos subversivos de Cabañas en la Sierra de Guerrero. Siendo enviado inicialmente el Segundo Batallón para entrar en acción y cumplir esa misión primaria.

Desde el inicio de las operaciones, el clima y el medio ambiente se muestran demasiado agresivos con los Paracaidistas, los que, al no existir antecedentes de una operación similar en México, habían sido enviados con todo su equipo reglamentario encima. Al empezar a moverse las primeras patrullas de reconocimiento en la sierra, los chutes resienten el peso y el estorbo del exceso de material que cargan sobre los hombros, así que cuando aparecen los primeros helicópteros de abastecimiento, ellos empiezan a enviar de regreso todo lo que esta de más, poco a poco empiezan a desaparecer, primero las mangas de hule que por estorbosas y engorrosas nunca se usan ni aun bajo el peor aguacero; se regresan capotes, hace tanto calor que nadie los necesita; se deshacen de los cascos, se va el correaje de las cananas, y empiezan a crear escuela cuando dejan de usar las insignias metálicas, que al simple brillo o contraste llaman demasiado la atención y sirven inevitablemente para marcarlos como blancos de los francotiradores.

Los Paracaidistas se adecuan rápidamente al terreno y al tipo de lucha que deben realizar. Cambian la cantimplora de agua por el guaje que es más manejable, al darse cuenta que éste tiene más capacidad y conserva el agua totalmente fresca. Entre lo que se regresa van algunos inútiles artículos de aseo, como los rastrillos, y las barbas empiezan a crecer, los uniformes se destiñen por el sol y la intemperie, el verde olivo y el camuflaje casi se pierden, ahora usan gorras con visera o sombreros de lona. La imagen de estos hombres cambia de forma radical, son militares por tradición, convicción y formación, pero nuevamente muestran que tienen el gran poder del mimetismo y adecuación que solo se da entre los animales selváticos y salvajes o entre los verdaderos soldados. Gracias a la rebeldía innata mostrada a los cánones preestablecidos que tantas veces se les ha echado encima, los Paracaidistas se confunden con el terreno fácilmente y operan como guerrilleros, pero actúan mejor que ellos gracias a su disciplina. A tal grado llega su capacidad de adaptación, que se hace evidente que con esto se está creando una nueva escuela de lucha dentro del ejército.
Los operativos que realizan los Paracaidistas en este tiempo son fuertes y certeros, es la respuesta a los ataques despiadados de los presuntos guerrilleros, quienes igual atacan convoyes policiales que poblaciones, causando bajas entre civiles y uniformados. A raíz de los ataques a las unidades militares, los Paracaidistas empiezan a responder colocando vigilantes armados sobre sus unidades, la efectividad de los aerotransportados crece y vuelven a mostrar su arrojo y valentía al exponerse abiertamente a la mira de los francotiradores. Pero ahora que ya es necesario, se da la respuesta rápida de fuego, cosa que sorprende a muchos, principalmente porque hasta hace relativamente poco tiempo había existido la orden tajante de llevar las armas descargadas y no responder el fuego hasta tener bajas por bala.

Los dos Batallones de Paracaidistas que conformaban la Brigada empezaban a alternar su permanencia en la sierra, unos meses unos, y otros meses otros. La lucha se recrudecía y las bajas se daban inevitablemente en ambos bandos. La base de operaciones había sido establecida en la 27 Zona Militar con sede en El Ticui, Guerrero, aunque para los Paracaidistas ese cuartel era solo un punto de referencia en el teatro de operaciones. Se habían acostumbrado ya a moverse constantemente por toda la zona, pernoctando donde les agarrara la noche. Habían pasado más de dos años de lucha.
Se habían realizado mucho operativos, los cuales cuando casi tenían éxito y estaban a punto de llegar al objetivo, eran frenados por el Mando Supremo para evitarse problemas, consiguiendo solo una frustración constante entre los Paracaidistas. Pero en el mes de septiembre de 1972, después de los ataques a los convoyes militares una orden llega “desde arriba”. Finalmente el Señor Secretario ordena que sea liquidada la guerrilla. El problema se había dejado crecer demasiado por el Gobierno del Estado de Guerrero, consintiéndoles todo lo que hacían para evitar censuras, y las fuerzas del Gobierno Federal que se encontraban destacadas en la Sierra empezaban a ser el hazmerreír de los grupos izquierdistas. 
Con el apoyo que les proporciona la Fuerza Aérea, los Paracaidistas prontamente delimitan el área que encierra la zona controlada por los guerrilleros y entonces… Inician operaciones y abren su área de influencia.

En el mes de mayo de 1973 los Paracaidistas después de una escaramuza, logran detener a “Rutilio”, uno de los lugartenientes de Cabañas, el hombre había sido herido durante el combate, que como de costumbre ha sido bastante encarnizado, pero antes de morir informa que éste se esconde en la Sierra de San Luís, Guerrero. El Batallón se desplaza rápidamente hacía esa zona y en el operativo se detienen más gentes que proporcionan más información. Los mandos se aprestan de inmediato y con la movilidad y celeridad que les caracteriza, los Paracaidistas calladamente rodean el lugar. En esta nueva refriega mueren tres más de los lugartenientes del guerrillero.
El cerco se sigue cerrando y en un intento de frenar la persecución, los guerrilleros secuestran al Gobernador del Estado de Guerrero, Rubén Figueroa en junio de 74. La persecución arrecia y el acoso por parte de las aerotropas es incesante, toda la sierra se ha convertido en una zona de lucha constante. El guerrillero y su gente se encuentran ya en una huida desesperada, acuciada por el miedo, pero los perros de la guerra no le dan oportunidad de alejarse demasiado, no se encuentran lejos, estan en el cerro de Achotla dentro del mismo municipio de Tecpan de Galeana, es ya septiembre. En una ranchería cercana denominada “los Corrales” son detenidas 5 gentes que informan que Cabañas ha huido, corriendo a ocultarse, al Otatal en Tecpan de Galena. La seguridad de tenerlo ahí hace que los Paracaidistas se dividan en dos columnas para rodearlo en la clásica pinza, cerrando la zona y bloqueando totalmente las salidas. A ellos no les van a enseñar a luchar.
El cerco funciona y no sale nadie. Los insurrectos se parapetan en el Otatal. Y al no tener otra opción y sentir la cercanía de los Paracaidistas, inician el fuego con desesperación, este es contestado casi de inmediato. El combate se intensifica y la pinza continúa cerrándose.

Finalmente la balanza se inclina y hay desconcierto entre las filas de los rebeldes. Entre ellos corre rápidamente el rumor: Lucio Cabañas ha muerto. Su líder ha caído combatiendo. Es el 2 de diciembre de 1974.

Posteriormente y como de costumbre, en muchos de los medios, principalmente en los de izquierda, se hablara de represión y asesinato. Pero no se reprime ni se asesina a quien pelea y ataca con las armas en la mano.

Desde luego, y como ha ocurrido en muchas otras ocasiones, los Paracaidistas callan, pero están concientes de que una vez más han cumplido con la misión asignada.